sábado, 23 de junio de 2012

No todo en esta vida es tan fácil como quitarle un vaso de Mickey a un niño


Mi amiga de la universidad lleva a su bebé a la última clase. Todos pasamos el tiempo tratando de hacerlo reír y apretándole los cachetes. Abre la pañalera y saca un vaso con tapa en forma de cabeza de Mickey Mouse y se lo da a su hijo. Así que sin dudarlo, me apodero del vaso y con voz de niño caprichoso (la misma que tuve casi toda mi infancia), le pido a mi amiga que me lo regale. Ella al principio se negó, obviamente, pero minutos después cedió a mi gran poder de convencimiento. Le prometí darle uno más bonito. Si se preguntan qué hizo el bebé luego que le quitara el vaso de las manos, les cuento que lloró un poco. Media hora aproximadamente, nada más. Debo reconocer que al comienzo vi muy difícil quedarme con el preciado objeto, sobre todo cuando el niño lo veía con ganas de arrebatármelo. Pero, ¿qué hay fácil en esta vida? Un agente del servicio secreto estadounidense creyó saberlo en Cartagena pero ya saben lo que pasó después.

Algunas veces sentimos que nuestra vida anda bien. Otras, no tanto. Pero  cuando las cosas están lo peor posible, deseamos mandar todo irremediablemente al carajo. Al nacer nadie nos aseguró que la vida iba a ser una maravilla. Tampoco un desastre. Todo puede llegar a ser fácil o difícil. O las dos.

Los primeros años de nuestra vida eran simplicidad pura. No había nada difícil. Nos preocupaba tener  la colección de juguetes del cereal y sintonizar el televisor a la hora correcta para ver los muñequitos. Pero no era solo felicidad en la niñez, porque en ocasiones corrimos como Michael Johnson para huir de los perros rabiosos o de las chancletas voladoras. Teníamos pesadillas con el cable de plancha y lo peor, nuestras mamás nos presentaban unas amigas ingratas: las planas.

En la primaria todo era fácil siempre que no escucháramos la palabra “dictado” o el típico “pase al frente”. El problema en clase era tratar de copiar lo que estaba en el tablero antes que el profesor tuviera el impulso repentino de borrarlo todo. Luego, era un caos encontrar alguien en el salón que prestara los apuntes sin pedir a cambio un refresco o una empanada. En secundaria,  preferir entrar  a la clase de ética en vez de jugar un buen partido de fútbol con arcos hechos de maletas era sinónimo de lambonería o cobardía en su máxima expresión, o una mezcla de ambas. La entrega de notas era como una ejecución y la mamá con cara de boxeador defendiendo el título mundial, el verdugo. Lo fácil era saltar el muro para escapar del colegio. No, mentiras. Eso también era difícil.

La educación superior es un mundo en el que nos va como queramos. Ser dedicados en la academia y obtener buenas calificaciones brinda beneficios como intercambios o empleos al interior de la universidad. En cambio, si la idea es llegar tres horas tarde a una clase de dos, entregar trabajos asesorados exclusivamente por Wikipedia o rezar todas las oraciones existentes para obtener un 3.0 de calificación final, lo más seguro es que el futuro inmediato no sea el más prometedor  ya que solamente se podría aspirar a ser miembro de la Policía. Fácil, ¿no?

En el amor todo va a ser difícil. De hecho, lo único fácil en este ámbito es… Olviden el asunto.

Su  jefe lo felicita por lograr para la compañía el éxito empresarial del año y le da un bono económico muy bueno por ello. Su secretaría es eficiente y amable pero no lo suficientemente sensual para arruinar el matrimonio. Sus compañeros de trabajo lo invitan a almorzar seguido y lo llevan en carro a casa. Mejor panorama no puede existir.  Aunque también puede pasar que… Miles de citaciones a reuniones interesantezzZzzzZzz, papeles acumulados en el escritorio, teléfonos timbrando todo el santo día, hacen de la vida de oficina algo muy difícil si usted así lo desea. Fácil es ser despedido.

Podría continuar escribiendo más situaciones pero en este instante ya no es tan fácil. Se me acaban los ejemplos.  

Lo importante de todo esto es que hay que ser conscientes de que todo en esta vida tiene su dificultad. Ser exitosos depende de nuestro esfuerzo y perseverancia y de afrontar el día a día con la mayor responsabilidad posible.

Por eso, recuerden bien… No todo en esta vida es tan fácil como quitarle un vaso de Mickey a un niño.

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